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Según mi experiencia, un escritor puede experimentar por lo menos 7 beneficios al escribir y publicar un libro. Este ha sido mi caso y sé que el de muchos también. Hoy las comparto contigo para animarte a vivir esta maravillosa aventura.
Por ejemplo, cuando estoy escribiendo una historia de ficción, las imágenes llegan a mi mente como si fuera una película. Puedo ver el paisaje, los personajes, con tal claridad como si mis ojos físicos los estuvieran viendo. Pero no todo queda en el sentido de la visión… oh no, también percibo el olor que se desprende del ambiente y el sonido de lo que allí se desarrolla.
En el mundo físico, todo a mi alrededor desaparece… El piso se desintegra, la mesa desaparece… Mi único escenario real es el imaginario. Parece contradictorio pero si escribes ficción sabes a lo que me refiero.
En ese instante – que bien se puede convertir en varias horas –, solo existen mis personajes. Yo solo soy el instrumento que ellos utilizan para cobrar vida. Ellos tienen completo dominio de lo que ocurre por eso para mí es una aventura. Yo planifico pero ellos me dictan el curso a seguir.
En fin, regresando al mundo real…
Como podrás imaginar amo escribir y crear historias.
No importa si escribes ficción o no ficción. El punto es que el ejercicio de escribir puede ser bastante terapéutico. Lo que me lleva al primer beneficio…
Muchos de mis clientes han escrito y publicado libros sobre sus experiencias de vidas. Lo interesante del caso es que mientras escriben, áreas de su vida se van restaurando.
Y es que hacer el ejercicio de deslizar el bolígrafo sobre el papel o pulsar las teclas, ayuda a internalizar y procesar los eventos, y circunstancias desde un ángulo distinto. Te permite por un instante separarte de ti mismo y mirarte desde arriba, casi como una experiencia extrasensorial.
Sí, señores…
En mi caso lo fue, lo es y lo será siempre. Claro, no sustituye un profesional pero es una excelente herramienta para procesar lo que has vivido.
Esta cita lo declara a la perfección:
«Escribo porque no se lo que pienso hasta que leo lo que digo.»
Flannery O’Connor
Llevas planificando ese libro hace mucho tiempo. Haz hecho tu asignación, y tienes una idea clara de lo que quieres hacer. Ahora te toca (¡al fin!) comenzar a escribir ese primer borrador.
Y, de momento, el «frío olímpico» se apodera de ti. ¿Qué hago ahora? ¿Cómo hago para escribir un borrador? ¿Con qué tiempo voy a escribirlo? ¿Realmente podré hacerlo?
No importa si somos autores bestsellers, o desconocidos escribiendo nuestro primer libro, lo cierto es que todos tenemos momentos como este. Los afanes y responsabilidades nos nublan la visión. Las distracciones no se hacen esperar. Dudamos de nuestra propia capacidad. Y si nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y las situaciones, terminamos procrastinando eternamente o haciendo absolutamente nada con ese libro que nos hemos propuesto escribir.
Pero no tiene que ser así. Tú tienes la capacidad de tomar el control y buscar alternativas. A continuación te comparto 6 consejos que pueden ayudarte a recuperar tu enfoque y comenzar de una vez a plasmar en papel (o en un medio digital) ese primer borrador del libro que hay dentro de ti.
Si te preguntan, “¿eres escritor?”, ¿Qué contestarías?
Es posible que trates de evadir la respuesta y en su lugar digas algo como esto: “No soy escritoro/a, solo soy un padre/ una madre que quiere escribir una novela”, “No soy un escritor porque todavía no he publicado”.
Algo parecido contesté cuando mi esposo me propuso publicar el que se convirtió en mi primer libro; un poemario titulado Desnudando el Alma por vez primera. Él pretendía que lo que había escrito en el silencio y el secreto de la madrugada, lo divulgara y compartiera con desconocidos y ¡para colmo me hiciera pasar por una escritora!
“¿Cómo iba a pretender ser una escritora? ¡Por favor! A penas había escrito unas cuantas páginas y ya tenía que creerme escritora”. Al menos eso fue lo que pensé en ese momento.
¿Por qué nos cuesta decir que en efecto somos escritores?
Por un intruso llamado el síndrome del impostor.
No te preocupes, no es un término médico. No te vas a morir. No es contagioso aunque muchos escritores sino todos lo padecemos.
El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico; una vocesita que te dice que eres un fraude. Por lo tanto uno siente temor constante a ser descubierto y puesto en evidencia por terceras personas.
En el caso de los escritores este “síndrome” hace que no nos sintamos escritores (valga la redundancia), al menos no del todo. Esto ocurre especialmente con los escritores noveles o principiantes. Nunca se definirían ante los demás con el nombre de escritor y muchas veces tampoco se reconocen ante sí mismos como tal. Ese sentimiento puede aumentar si no se tiene una educación formal en literatura o escritura creativa.
Ahora bien, ¿qué es un escritor? Miremos la definición que nos da la Real Academia Española (RAE):
La primera definición que aparece nos dice simplemente persona que escribe. Ahí no establece que tiene un título universitario o x cantidad de premios en literatura. Simplemente dice persona que escribe y que es autor de obras escritas o impresas (énfasis en la o).
Lo que en un tiempo solo podía hacerse a través de editoras de renombre, hoy día está al alcance de cualquier escritor con acceso a Internet. La disponibilidad de plataformas como KDP de Amazon ha facilitado grandemente la tarea de publicar un libro por cuenta propia. Sin embargo, a pesar de tener estas herramientas a su alcance, muchos escritores siguen sin publicar su libro.
¿Por qué?
El acto de subir un libro a una plataforma de autopublicación como KDP es relativamente fácil, si conoces el proceso. Y lo mejor de todo es que puedes hacerlo sin costo alguno.
Sin embargo, el hecho que puedas hacer disponible tu novela en Amazon sin pagar por ello no quiere decir que no tienes que invertir. Publicar un libro es un proceso de varias fases, y en cada fase necesitarás invertir dinero.
No hay nada que se compare a la emoción de querer escribir una historia. Después de días o semanas de experimentar la dulce tortura de ver una y otra vez imágenes en tu mente dejas de pelear y dices:
“Ok, ok… No más… Me sentaré a escribir tu historia”.
Antes de escribir la primera palabra de nuestra novela los nervios están de punta. Sientes mariposas en el estómago y las manos sudan. La duda te asalta y los dedos te tiemblan –ya sea que utilices el papel o las teclas del portátil–. Es algo así como la primera cita. Aunque si lo pensamos bien, realmente es tu primera cita con los personajes. Es la primera vez que bailarás al son de su música.
Luego de varias respiraciones profundas, espantar los espíritus nerviosos de los dedos, decides sentarte frente a la pantalla o papel blanco. Pero cuando vas a escribir la primera palabra te das cuenta que tienes que decidir que voz de narrador vas a utilizar para contar la historia; ¿Primera? ¿Tercera?
Entonces sientes que el aire se queda atascado en tu garganta y te quedas en estado catatónico…
Decidir la voz del narrador de la historia puede paralizarte pero que no cunda el pánico. En este artículo quiero ayudarte a tomar la decisión. Share on XVeamos que son estás voces y cómo te pueden ayudar en la historia. (más…)